«Jugar sucio» es una forma «educada» de identificar la conducta deplorable de aquellos que en el juego actúan sin la debida observancia de sus reglas y leyes que, en principio, se han comprometido a respetar. Quien se acostumbra a jugar sucio lo hace movido por el afán de sacar partido de las cosas, en beneficio propio, engañando a los demás. Pero, a la larga, la costumbre se hace tan habitual que él mismo acaba dando crédito a sus propias mentiras. «Tal es lo que sucede -nos dice el autor- con muchos cristianos; las normas del juego son múltiples y tienen como objeto garantizar la madurez en el comportamiento de aquellos que, habiendo tomado la decisión de seguir a Cristo, les corresponde la misión de testificar ante el mundo». El autor describe y denuncia en las páginas de este libro, con un realismo crudo, pero no por ello menos real, los múltiples juegos sucios a los que juegan algunos cristianos. A su vez, muestra cómo Dios trabaja en nuestra vida para ayudarnos a superar nuestra inmadurez, mediocridad y esclavitud, aunque a veces tenga que disciplinarnos para conseguirlo...
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